La organización en
situación de confinamiento cobra más importancia que nunca, porque esta será la
base para cualquier rutina que deseemos llevar a cabo, y aún más cuando se
trata de una convivencia entre adultos, jóvenes y niños. La necesidad es el
motor por el cual nos movemos y desarrollamos acciones dirigidas a conseguir
paliar dichas necesidades; así que podríamos definir la necesidad como el
espacio existente entre lo que una persona vivencia en el presente, y cómo desearía
que cambiaran los elementos de dicha vivencia en el futuro (Muñoz y de la
Fuente, 2010).
El
psicólogo Abraham Maslow, estableció un orden jerárquico, diseñando una
pirámide donde las necesidades más vitales conformaban la base de esta, y
siguiendo esa escala de valores se van asentando los siguientes escalones de
dicha pirámide hasta llegar a su punta, donde encontramos el nivel superior de
esta, representando la autorrealización de la persona como culmen del proceso
de vida.
Por otro lado, el
filósofo Kant, mencionado en Aristizábal (2005), a modo de parábola, donde usa
al árbol como símil comparativo con la persona, expone la idea de que la
convivencia y el roce con los demás es lo que realmente enriquece a la persona,
y este hecho resalta de forma positiva este escenario de confinamiento, donde
estamos obligados a establecer una convivencia que en algunos casos, por el
ritmo frenético de vida al que estamos sometidos, brillaba por su ausencia,
tiñéndonos de superficialidad y egoísmo. Visto desde esta perspectiva, los que
hemos estado confinados con más personas, hemos tenido más suerte que los que
han pasado dicho confinamiento en soledad.
Teniendo en cuenta todo
esto, propongo la siguiente actividad:
A falta de un papel o
cartulina de una dimensión más grande de lo normal, usaremos cuatro folios,
y
los pegaremos de manera que juntos, formarán un folio gigante. En él,
dibujaremos un árbol con todos los detalles que le queramos añadir, y por
supuesto deberá estar coloreado, por lo que esta actividad, se presta propia
para que sea realizada por los más pequeños de la casa, en caso de que los haya.
Una vez tengamos nuestro gran árbol, necesitaremos tres montones de “posits”, o
en su defecto los fabricaremos nosotros mismos
con folios o papel que tengamos a nuestro alcance y se pueda utilizar para este
fin. Con el primer montón, cada miembro del hogar escribirá todas las
necesidades que cree que tiene en ese momento, considerando la circunstancia en
la que se encuentra y todo lo anteriormente citado. Este “posit” o “posits”,
según se haya necesitado, se pegará en la base del árbol, entre las raíces y el
tronco,
y será el elemento principal a tener en cuenta para establecer el contenido de
los otros dos montones de posits. En el segundo montón, cada miembro escribirá
las obligaciones que cree que tiene y debe desempeñar, tanto del ámbito
laboral, escolar y del hogar,
y estas serán pegadas a lo largo del tronco del
árbol. Por último, usaremos el tercer montón de posits para escribir nuestros
deseos más
inmediatos enfocados siempre a la etapa de confinamiento, y en alguno de los
deseos, se debe incluir a los demás miembros del hogar. Una vez acabada la
actividad, colocaremos el árbol en el sitio más visible de la casa para que su
presencia nos ayude
a no perder la perspectiva del análisis que haremos a continuación durante el
tiempo de confinamiento.
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La tarea debe ser una experiencia grata. |
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Saber definir nuestras necesidades y deseos es signo de inteligencia |
Con dicha actividad, se
intenta conseguir establecer unos criterios sobre los que cimentar la
convivencia y las distintas actividades que se realizaran con los miembros que
conforman el hogar en el periodo de confinamiento, incluyendo y considerando a
dichos miembros a la hora de realizar nuestras acciones. Esto conlleva al uso
del diálogo, el respeto y la tolerancia, porque nuestro espacio vital se
encuentra reducido considerablemente, y caer en la cuenta de que mis
necesidades y responsabilidades son tan importantes como las de mi pareja, mis
hijos, mis padres o mis amigos, aunque parezca simple, no es tarea fácil, ya
que la sociedad actual se encargo de programarnos desde el individualismo y la
competitividad. Si nos analizamos en profundidad, podemos vislumbrar como de
manera inconsciente y automática, también hemos introducido estos criterios
sociales y mercantilistas en nuestras familias y hogares, aunque nuestra vergüenza
no nos deje reconocerlo. Paradójicamente, el tiempo de confinamiento puede ser
una gran terapia para sanear, mejorar y elevar la calidad de nuestra relación
con la familia más directa.
Simbología
El árbol simboliza el
hogar que forman las personas que viven en él.
Las raíces identifican
nuestras necesidades, las cuales debemos de sustentar dentro del hogar, y deben
ser visibles para todos los miembros del hogar.
El tronco representa nuestras
obligaciones, y en ellas debemos permanecer firmes, siendo ejemplo para los
demás, porque sin estas no podemos desarrollar nuestro potencial, y nuestro
tronco será frágil y se romperá.
Las hojas son la parte
del árbol que más lucen, pero también es por donde este puede respirar y sentir
alivio, por eso representan nuestros deseos, porque sobre estos marcamos
nuestras metas, y en el hogar todos somos hojas del mismo árbol, por eso nos
apoyamos mutuamente en nuestros objetivos, porque deseamos que el otro llegue a
realizar sus deseos. Todos debemos soñar juntos.